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Mujer: Ni yo te condeno; vete, y no peques más. Juan 8:10,11

Y cuando Jesús se enderezó, y no viendo a nadie más que a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están tus acusadores? ¿Nadie te condenó? Y ella dijo: Ninguno, Señor. Y Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más. Juan 8:10,11

Mujer: Ni yo te condeno; vete, y no peques más. Juan 8:10,11

Jesús ofrece un mensaje de esperanza, perdón y libertad. A través de estas palabras, comprendemos que en Cristo no hay condenación para aquellos que se acercan a Él. Vamos a explorar cómo estas tres declaraciones de Jesús impactan nuestras vidas y nos liberan de la carga de la condenación.

I. ¿Dónde Están Tus Acusadores? (Juan 8:10,11)

En Juan 8, encontramos a una mujer atrapada en adulterio, arrastrada ante Jesús por los escribas y fariseos con la intención de condenarla. Pero Jesús responde de una manera asombrosa: "El que de vosotros esté sin pecado, sea el primero en arrojar la piedra contra ella" (Juan 8:7). Esta declaración nos recuerda que todos somos pecadores y no tenemos el derecho de señalar condena. En Cristo, no hay espacio para la hipocresía ni para acusar a otros.

II. Ni Yo Te Condeno (Juan 8:10,11)

Jesús, el único sin pecado, es quien podría haberla condenado, pero en lugar de eso, le dice: "Ni yo te condeno; vete, y no peques más". Estas palabras de Jesús son un recordatorio de su misericordia y gracia inmerecida. Cuando venimos a Cristo, encontramos perdón y liberación de la condenación. Jesús pagó el precio por nuestros pecados en la cruz, y cuando lo recibimos como nuestro Salvador, somos lavados y perdonados.

Somos hijos de Adán y Eva quienes tomaron el paso prohibido. Pecaron. Nos encontramos haciendo lo mismo que hicieron ellos. Hacemos cosas que son en contra de la voluntad de Dios. 

Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. 1 Juan 1:9

Hacemos cosas que nos lastiman a nosotros y a otros. El texto menciona que debemos confesar los pecados. Cada vez que pecamos, nosotros pecamos en contra de Dios y dañamos nuestra relación con Dios.

 El término confesar, en 1 Juan 1:9, también puede significar admitir, reconocer a Dios, porque en la siguiente parte del ver- sículo escuchamos que, si se confiesan los pecados, Dios es fiel y justo, y nos perdonará nuestros pecados. 

III. Vete, y No Peques Más (Juan 8:10,11)

Las palabras finales de Jesús son un llamado a la transformación y cambio de vida. Aunque nos ofrece perdón gratuito, también nos insta a alejarnos del pecado. Jesús quiere que vivamos en libertad y obediencia, dejando atrás las cadenas del pecado. No es solo un llamado a dejar de pecar, sino a vivir en comunión y obediencia a Él, experimentando la plenitud de vida que solo Él puede ofrecer.

La sangre de Cristo, la cual permite lo siguiente: – Purificación de todo pecado. – Libertad de la condenación. – La muerte de Cristo ofrece perdón y purificación. 

¿Cuál es la tarea del ser humano para recibir el perdón? – Confesar, que es lo mismo que admitir o reconocer, a Dios, pues de él sólo proviene el perdón.

Conclusión:

En este pasaje, vemos el corazón de Dios que anhela liberarnos de la condenación y del peso del pecado. En Cristo, encontramos perdón, gracia y libertad para vivir una vida transformada. Como creyentes, no debemos cargar la condena, sino aceptar el perdón de Dios y buscar una vida en obediencia a su Palabra. Aprendamos de esta mujer y de las palabras de Jesús: no hay condenación para aquellos que están en Cristo. ¡Vayamos y no pequemos más, viviendo en la plenitud de la gracia que Él nos brinda!


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Juan 3 16 Porque Dios amó tanto al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todos los que creen en él no perezcan, sino que tengan vida eterna.