La Verdadera Batalla del Cristiano
(Texto Base: Efesios 6:12)
Introducción: Redefiniendo al Enemigo
Hermanos, a menudo nos sentimos frustrados en la vida porque estamos luchando en el campo de batalla equivocado. Culpamos a nuestra pareja, a nuestro jefe, al gobierno o a las circunstancias. Nos desgastamos en conflictos que parecen no tener solución.
El apóstol Pablo, sin embargo, nos da la perspectiva divina y la verdad innegable sobre nuestros verdaderos adversarios: "Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes."
Hoy, descubriremos la verdadera naturaleza de nuestra batalla y cómo Dios nos ha equipado para vencer.
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1. La Naturaleza Espiritual de la Batalla
Efesios 6:12: "Porque no tenemos lucha contra sangre y carne..."
La primera verdad que debemos asimilar es que la batalla del cristiano no es primariamente contra personas, gobiernos ni situaciones terrenales. El enemigo es invisible, pero real. El "sangre y carne" son simplemente los campos que el enemigo utiliza para manifestar su ataque.
El error de muchos es luchar contra el hombre, la crítica o el problema, y olvidar que tras las circunstancias hay una batalla espiritual. Cuando cambiamos nuestro enfoque del enemigo humano al enemigo espiritual, podemos dejar de lado la frustración y la amargura para revestirnos del poder de Dios.
2. El Enemigo es Poderoso, Pero Limitado
1 Pedro 5:8: "Sed sobrios y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar."
Pablo nos da un listado de fuerzas: principados, potestades, gobernadores de las tinieblas. Estas son estructuras de maldad muy organizadas, lideradas por el diablo. El enemigo busca destruir, desanimar y devorar.
Sin embargo, Pedro nos asegura que el diablo es como un león rugiente, lo que implica que su poder es a menudo más una amenaza aterradora que una fuerza absoluta. Él está sujeto a la soberanía de Dios. Los cristianos deben estar atentos y sobrios, conscientes de sus estrategias, y firmes en su fe, confiando siempre en la autoridad de Cristo.
3. La Armadura de Dios es Indispensable para la Victoria
Efesios 6:13: "Por tanto, tomen toda la armadura de Dios, para que puedan resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes."
Dios no nos envía al campo de batalla desarmados. La armadura es "de Dios," lo que significa que es Su provisión y Su poder. Nadie gana una batalla espiritual sin estar revestido de la armadura divina.
• El Cinto de la Verdad (Integridad).
• La Coraza de la Justicia (Rectitud de vida).
• El Calzado del Evangelio de la Paz (Disposición para testificar).
• El Escudo de la Fe (Para apagar los dardos).
• El Yelmo de la Salvación (Seguridad en nuestra identidad).
La armadura nos protege, nos equipa y nos permite, después de la lucha, permanecer firmes.
4. La Palabra de Dios es el Arma Ofensiva
Efesios 6:17: "Y tomen el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios."
La armadura de Dios está compuesta mayormente por elementos defensivos, pero hay un arma de ataque: la Espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios.
Así como Jesús derrotó a Satanás en el desierto con la Palabra (diciendo "Escrito está..."), los cristianos deben conocer y usar las Escrituras como su arma principal en la lucha contra el engaño, la tentación y el pecado. La Palabra de Dios es viva, eficaz y penetrante; es la verdad que desenmascara y destruye las mentiras del enemigo.
5. La Oración es Sostén en la Batalla
Efesios 6:18: "Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos."
Una armadura de nada sirve si el soldado no está conectado a su comandante. La oración es el acto que mantiene al cristiano conectado a la fuente de poder: Dios.
• En todo tiempo: Es constante.
• Con toda oración y súplica: Es variada.
• En el Espíritu: Es dirigida por el Espíritu Santo.
Es a través de la oración que el Espíritu Santo fortalece, guía y da discernimiento para resistir las fuerzas del mal. Además, la oración es un acto de amor, pues debemos orar con perseverancia y súplica por todos los santos.
6. El Creyente Debe Permanecer Firme en la Fe
Santiago 4:7: "Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros."
La victoria en la guerra espiritual no proviene del esfuerzo humano o de rituales extraños. Proviene de la sumisión a Dios. Cuando el cristiano se somete a la autoridad divina, se pone bajo el escudo del Todopoderoso. Si nos sometemos, el mandato de Dios para nosotros es simple: resistan. Cuando resistimos firmemente, el enemigo pierde poder sobre nuestra vida y huye.
7. Cristo ya Obtuvo la Victoria Final
Colosenses 2:15: "Y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz."
Esta es la verdad más gloriosa y alentadora. La batalla continúa, sí, pero la guerra ya fue ganada en la cruz. Jesús, en Su muerte y resurrección, despojó al enemigo de su poder, lo exhibió públicamente y triunfó sobre él.
El cristiano no lucha para conquistar la victoria, sino para permanecer en ella; no luchamos por la autoridad, sino desde la autoridad que Cristo nos ha delegado. Somos vencedores por la obra consumada de Cristo.
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Conclusión
La verdadera batalla del cristiano no es visible, sino espiritual. El poder del enemigo es real, pero su derrota es segura. Por lo tanto, la victoria no depende de la fuerza humana, sino del poder de Dios.
Nuestra respuesta hoy debe ser doble:
1. Revestirnos de la armadura divina: Tomar cada pieza, vivir en integridad y justicia.
2. Permanecer en Cristo: Ser firmes en la Palabra y constantes en la oración, recordando siempre que Cristo ya venció por nosotros.
Peleemos esta buena batalla con la confianza de que nuestro General, Jesucristo, ha garantizado nuestro triunfo.
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