La Ley Ineludible: Siembra y Cosecha en la Vida Espiritual
Hoy reflexionamos sobre una ley espiritual fundamental que rige nuestras vidas: la ley de la siembra y la cosecha. Tal como en el mundo natural, lo que sembramos, tarde o temprano, eso mismo recogeremos. Este principio, abundantemente ilustrado en las Escrituras, nos llama a la reflexión sobre las semillas que estamos esparciendo en nuestro caminar diario.
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1. El principio espiritual de la siembra (Gálatas 6:7)
"No os dejéis engañar: Dios no puede ser burlado. Pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará." El apóstol Pablo nos advierte con claridad: no podemos engañar a Dios. La ley de la siembra y la cosecha es inmutable en el reino espiritual. Nuestras acciones, nuestras actitudes y nuestras palabras son semillas que inevitablemente producirán una cosecha, ya sea para bien o para mal.
2. Sembramos con actitudes y palabras (Proverbios 18:21)
"La muerte y la vida están en poder de la lengua; y el que la ama comerá de su fruto." Proverbios nos revela el poder creativo y destructivo de nuestras palabras. Lo que hablamos, ya sea bendición o maldición, ánimo o desaliento, verdad o mentira, son semillas que germinarán y producirán su fruto en nuestras vidas y en las vidas de quienes nos rodean. Nuestras actitudes internas también son semillas silenciosas que moldean nuestro carácter y nuestras acciones.
3. El que siembra justicia cosechará recompensa (Oseas 10:12)
"Sembrad para vosotros en justicia, segad para vosotros en misericordia; haced barbecho para vosotros, porque es el tiempo de buscar al Señor, hasta que venga y os haga llover justicia." Oseas nos exhorta a sembrar justicia, a vivir rectamente según los principios de Dios. La promesa es que esta siembra producirá una cosecha de misericordia y bendición divina. Preparar nuestro corazón como un campo arado, buscando al Señor, es esencial para recibir esa lluvia de justicia que Él derrama.
4. Sembrando generosamente, cosechamos abundancia (2 Corintios 9:6)
"Esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará." 1 Este principio se aplica particularmente a nuestra generosidad material y espiritual. Cuando damos con un corazón abundante, compartiendo nuestros recursos, nuestro tiempo y nuestros talentos, Dios promete una cosecha abundante en nuestras propias vidas. La mezquindad en la siembra inevitablemente resultará en una cosecha limitada.
5. La siembra carnal trae destrucción, la siembra espiritual trae vida (Gálatas 6:8)
"Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna." Pablo contrasta dos tipos de siembra con resultados opuestos. Sembrar para satisfacer nuestros deseos egoístas y carnales conduce a la corrupción, al deterioro y a la muerte espiritual. En cambio, sembrar para agradar al Espíritu Santo, buscando la santidad, el amor y el servicio, produce una cosecha de vida eterna y bendiciones espirituales duraderas.
6. No debemos desanimarnos al sembrar (Gálatas 6:9)
"Y no nos cansemos de hacer el bien, porque a su tiempo segaremos si no desmayamos." La siembra espiritual a veces requiere paciencia. No siempre vemos los resultados inmediatos de nuestras buenas acciones. Pablo nos anima a no desanimarnos en la tarea de hacer el bien, a perseverar en la siembra de amor, bondad y justicia, con la certeza de que a su debido tiempo cosecharemos una recompensa, si no nos rendimos.
7. Sembrando bondad incluso a los enemigos (Proverbios 25:21-22)
«Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer pan; y si tiene sed, dale de beber agua. Porque brasas amontonarás sobre su cabeza, y el Señor te lo pagará.» Proverbios nos desafía a sembrar bondad incluso hacia aquellos que nos hacen daño. Esta siembra de amor y compasión puede tener un efecto transformador en nuestros enemigos y, además, nos asegura la recompensa del Señor.
8. Jesús es el mayor ejemplo de siembra que produjo una cosecha eterna (Juan 12:24)
"De cierto, de cierto os digo: Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, mucho fruto lleva." Jesús mismo es el ejemplo supremo de la ley de la siembra y la cosecha. Su muerte en la cruz fue la semilla que cayó en tierra y murió, produciendo una cosecha abundante de salvación para toda la humanidad. Su sacrificio generoso trajo vida eterna a millones.
- Predica sobre Hebreos 13:17 Liderazgo Espiritual
- Predica sobre Salmos 76: La Majestad de la Soberanía Divina
- Predica sobre Salmos 5: El Clamor del Justo y la Confianza en la Justicia Divina
La ley de la siembra y la cosecha es una realidad espiritual ineludible. Seamos conscientes de las semillas que estamos esparciendo con nuestras actitudes, nuestras palabras y nuestras acciones. Sembremos justicia, generosidad, amor y bondad, confiando en que Dios nos dará una cosecha abundante. No nos cansemos de hacer el bien, y recordemos el ejemplo supremo de Jesús, cuya siembra de amor eterno produjo la mayor cosecha de todas. Que el Espíritu Santo nos guíe para ser sembradores sabios y diligentes en el campo de la vida. Amén.
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