“No améis al mundo – Un llamado a vivir para la eternidad”
Basado en 1 Juan 2:12-17
Introducción:
Vivimos en un mundo que constantemente compite por nuestro afecto. Nos promete placer, éxito, reconocimiento y satisfacción. Pero el apóstol Juan, guiado por el Espíritu Santo, levanta una advertencia clara y directa: “No améis al mundo”. Este mensaje no es simplemente una sugerencia, es una urgencia espiritual. Hoy meditaremos en 1 Juan 2:12-17 y descubriremos por qué amar al mundo es peligroso, y cómo la verdadera vida está en hacer la voluntad de Dios.
1. Una advertencia: No amen al mundo
“No améis al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.” (1 Juan 2:15)
Juan no nos deja espacio para dudas. El amor al mundo es incompatible con el amor al Padre. No podemos servir a dos señores. Esta advertencia es una alarma para nuestros corazones: si tu afecto está cautivado por las cosas temporales, entonces has perdido de vista al eterno.
2. La incompatibilidad entre el amor de Dios y el amor del mundo
“Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.”
No podemos dividir nuestro corazón. Jesús dijo: “Donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón”. Amar al mundo nos aleja de Dios porque el mundo nos promete autonomía, placer sin límites, y gloria sin cruz. Pero el amor de Dios nos llama a rendición, pureza y humildad.
3. El significado bíblico del “mundo”
“Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida…” (1 Juan 2:16a)
Juan no se refiere al planeta ni a las personas, sino a un sistema de valores corrupto que se opone activamente a Dios. Este “mundo” es seductor, engañoso y siempre está tratando de reemplazar a Dios como centro de nuestra adoración.
4. Las tres caras de la tentación: carne, ojos y orgullo
“…no provienen del Padre, sino del mundo.” (1 Juan 2:16b)
Estas son las mismas tres áreas donde Adán y Eva cayeron:
Deseos de la carne – placer descontrolado.
Deseos de los ojos – codicia, envidia.
Vanagloria de la vida – orgullo, egocentrismo.
La tentación sigue el mismo patrón, pero la victoria está en reconocer su origen y rechazarlo por amor al Padre.
5. El amor al mundo es temporal e ilusorio
“Y el mundo pasa, y sus deseos…” (1 Juan 2:17a)
Todo lo que el mundo ofrece se desvanece. Es como neblina: parece real por un momento, pero pronto desaparece. No vale la pena construir tu vida sobre arenas movedizas. Las pasiones del mundo te prometen todo y te dejan con nada.
6. La promesa al que ama a Dios
“…pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.” (1 Juan 2:17b)
Aquí está el contraste glorioso: lo que el mundo ofrece es pasajero, pero lo que Dios ofrece es eterno. El que obedece a Dios no solo vive con propósito, sino que tiene la garantía de la vida eterna. Obedecer a Dios es el camino más sabio, más seguro y más glorioso.
7. Hijitos: Un público amado y blanco de exhortación
“Les escribo a ustedes, hijitos, porque sus pecados les han sido perdonados por su nombre.” (1 Juan 2:12)
Juan no está reprendiendo con enojo, sino exhortando con amor. Él nos recuerda nuestra identidad: somos perdonados, hijos amados de Dios. Esta exhortación viene desde el amor, no desde la condenación. Dios quiere preservarnos, no restringirnos.
8. La victoria sobre el mal viene a través de la Palabra
“Eres fuerte, y la palabra de Dios permanece en ti, y has vencido al maligno.” (1 Juan 2:14b)
Nuestra fortaleza espiritual no proviene de nosotros, sino de la Palabra viva de Dios. Cuanto más la palabra habita en nosotros, más podemos resistir la tentación y vencer al enemigo. No luchamos con armas humanas, sino con el poder de la verdad divina.
9. La madurez cristiana como defensa contra el mundo
“Os escribo a vosotros, padres, porque conocéis al que es desde el principio.” (1 Juan 2:13)
El crecimiento espiritual nos fortalece contra los engaños del mundo. Los “padres” en la fe han cultivado una relación profunda con Dios. Conocer a Cristo íntimamente es la mayor defensa contra el amor al mundo. Cuanto más lo conocemos, menos atractiva nos parece la vanidad del mundo.
10. Permanecer en el amor del Padre es elegir la eternidad
“El que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.” (1 Juan 2:17b)
Este es el gran llamado: elegir lo eterno por encima de lo momentáneo. Vivir según la voluntad de Dios no es una pérdida, es la mayor ganancia. Es sembrar en lo eterno. Cada decisión de obediencia es una inversión que produce fruto para la vida eterna.
- Predica sobre La Soberanía de Dios en la Salvación Romanos 9:16
- Predica sobre la Fe y la Esperanza
- Predica sobre - ¿Con qué limpiará el joven su camino? Salmo 119:9
Conclusión:
Este pasaje de 1 Juan es como una señal de advertencia en medio de una carretera peligrosa. No amemos al mundo. No pongamos nuestro corazón en lo que está destinado a desaparecer. Recordemos que somos amados, perdonados, fortalecidos por la Palabra, y llamados a una vida eterna con Dios.
Decide hoy: ¿Dónde está tu corazón? ¿En las promesas vacías del mundo, o en la firme promesa de vida eterna en Cristo?
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